Existe un insecto que para muchas personas sigue siendo insignificante y de poco valor, no están al tanto de la importancia que tiene para la biodiversidad y todos los que habitamos el planeta. Este insecto es la abeja.

El 20 de mayo de cada año se conmemora el Día Mundial de las Abejas, el cual genera instancia de conciencia sobre la relevancia del llamado “agente polinizador de excelencia”, lo urgente que es cuidar esta especie y las amenazas a las que son sometidas día a día.

Nada más importante que las abejas…

Los humanos dependemos de las abejas y una serie de otros agentes polinizadores, estos insectos cumplen con una de las labores más importantes: la polinización. Esta práctica consiste en extraer el néctar y/o polen de las distintas flores y trasladarlas a otra, para así dar lugar a la producción de otras semillas y frutos.

La polinización cumple un rol importante en muchos aspectos. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), el impacto se ve reflejado en que principalmente el 90% de las flores silvestres dependen de la polinización, el 75% de los alimentos que consumimos provienen de esta práctica y repercute en el 35% de la tierra agrícola. Además, contribuye con la biodiversidad, la mantención de los ecosistemas y hacerle frente al cambio climático.

Pero ¿por qué las abejas? Si bien existen más polinizadores que son un gran aporte para el planeta, las abejas son las máximas contribuyentes. Esto se debe a que hay más de 20.000 especies y son capaces de polinizar a más de 170.000 plantas.

En nuestro país, según Fundación Abejas de Chile, existen más de 450 especies de abejas nativas, siendo muchas de ellas de carácter endémicas. Todas ellas logran que la flora nativa del país siga prevaleciendo, además de ser eficientes para la agricultura.

Amenazas y posible desaparición

Como muchas especies en el mundo, producto de la manipulación humana y el cambio climático, las abejas se encuentran en una constante amenaza desde hace años. Tan solo en Europa se registró una baja de 30% anual en la población de estos insectos y la reserva de miel.

Las causas de la disminución de estos ejemplares varían, las plagas y enfermedades son unas de las principales. Existe un ácaro llamado Varroa, éste es el mayor enemigo de las abejas, se encarga de debilitar el sistema inmune de ellas e incluso puede transmitirles enfermedades contagiosas, provocando que toda una colonia enferme.

Los pesticidas también son los culpables en gran parte del deterioro del estado de estos insectos, en especial las llamadas “neonicotinoides”. Esta sustancia se utiliza para el tratamiento de cultivos, suelos, semillas y, al momento de utilizarlo, los residuos quedan en el polen y néctar por lo que son consumidos por las abejas. Finalmente, este plaguicida produce efectos adversos neuronales en los insectos provocándoles daños y la muerte.

Según un documento de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (BCN), hasta el momento, algunos países han regulado o prohibido el uso de este pesticida, tales como: Estados Unidos, Canadá y Francia. En cuanto a Chile, en 2017 se ingresó un proyecto de ley que regula la actividad apícola en el país, pero a la fecha no se han registrado avances en la materia.

Ante una posible desaparición de la especie nos enfrentaríamos al decrecimiento drástico de plantas perjudicando a la biodiversidad y ecosistemas, la producción agrícola y en consecuencia problemas económicos.

En base a todos estos antecedentes aparece la interrogante de qué hacer para detener la disminución de este importante agente polinizador. Principalmente se basa en educar sobre la importancia de las abejas, no matarlas al verlas, evitar el uso de productos nocivos y tóxicos para la salud de ellas y aplicar políticas urgentes para preservar sus hábitats naturales y entorno, con ello asegurando su desarrollo y función de la mejor manera.

El cuidado de las abejas es responsabilidad de todos, nuestro futuro depende de ellas y de cada uno de los polinizadores que existen. La biodiversidad y distintos ecosistemas podrían sufrir graves consecuencias si no se revierte la situación. Los países deben comenzar a discutir y plantearse soluciones rápidas y efectivas para enfrentar las consecuencias de malas regulaciones.