Históricamente en Latinoamérica ha dominado la sociedad patriarcal donde, culturalmente hablando, el hombre ha ocupado los puestos de poder tanto en la esfera pública como privada, entregando potestad y autoridad en varias de las áreas más relevantes de nuestro quehacer. Paradigma que pone a la mujer en un segundo plano, excluyéndola de todo lo que gira alrededor del ejercicio económico y otras instancias “decisivas” para el avance de un país o de la Región misma.

De ahí se advierten, a nivel Latinoamericano, algunas problemáticas cuya lucha se ha dado por años por parte del movimiento feminista como, por ejemplo, erradicar el trabajo no remunerado en labores del hogar, o la sociedad del cuidado, y posicionar una economía alternativa al capitalismo, poniendo a la mujer en grado de importancia a la par con el hombre. Lucha incansable, compleja, pero que va brotando en algunos sectores desde una base social y política.

Por eso, con la fuerte convicción de que la mujer puede influir en temas comerciales, contribuyendo al crecimiento y desarrollo de los países, nace la Economía Feminista y de Cuidado. Un enfoque que busca analizar la economía y su proyección, desde la perspectiva de la mujer. Esto permite un mayor grado de inclusión de género tanto en la visión económica como en la importancia del rol feminista en la sociedad, desde la mirada del “cuidado”, haciendo un “llamado” a la sostenibilidad de las personas, el medio ambiente y el desarrollo económico y social.

A partir de este postulado, la Economía Feminista busca derribar algunos constructos sociales. Uno de ellos es el Trabajo no Remunerado en Labores del Hogar, que generalmente se le atribuye a la mujer. Actividad que no contribuye a un aporte económico para el país, cuando organizaciones como la CEPAL señalan que sería un gran aporte al Producto Interno Bruto de la Región. Además, buscan equiparar este trabajo con todos los integrantes del hogar, con la finalidad de que la mujer tenga el tiempo necesario para su inclusión laboral en espacios públicos.

La apertura de este debate por parte de este enfoque dio pie a lo que se conoce como la Economía del Cuidado. Su concepto en su máxima expresión pretende levantar la práctica de toda actividad para la supervivencia de las personas, incluyendo tanto el cuidado a otras personas, como el autocuidado. La economía feminista, de esta forma, busca dar relevancia a esta labor por parte de la mujer, quien permite que otros, ya sea hombres, adolescentes o adultos, puedan realizar sus labores cotidiana desde una mirada “productiva”, en desmedro de la mujer, quien debe atender a otras labores.

La economía feminista, por otro lado, busca despojarse del capital como fin último del sistema económico imperante, poniendo la vida y la provisión para el buen vivir, como punto central de dicha ideología. De esta forma, busca reconocer la igualdad de género como pilar fundamental de la equidad social y económica.

En este contexto, existe una división del trabajo donde la mujer aporta de manera incógnita y no reconocida, mientras que el hombre es, según el constructo social y económico capitalista, quien sostiene la economía y cada una de sus aristas desde lo político y social. Pero, lejos de esto, podemos ver que son ellas las que sostienen desde el trabajo no remunerado y desde la política del cuidado, la productividad de un país. Por ende, se busca dar una nueva mirada al “capital” desde el aporte de estas a la sociedad.

Este postulado ideológico también ha puesto en el debate la contribución de la mujer en políticas públicas que buscan acabar con la pobreza tanto desde una mirada monetaria como también de la pobreza de tiempo. Busca la autonomía de la mujer potenciada por su inclusión laboral, en el rol resolutivo tanto política como socialmente.

Es necesario seguir poniendo este tema en discusión pública. La inclusión laboral, económica, política y social, es uno de los desafíos pendientes a nivel de políticas públicas tanto en Chile como en el resto de la Región.

En IDMA seguimos trabajando por una sociedad más justa, equitativa y ecofeminista.