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COP26: menos diplomacia, menos lobby, más acción

29 Oct 2021 | Medio Ambiente, Noticias

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Tras la suspensión obligada de su versión 2020 debido a las complejas consecuencias provocadas por la pandemia del Covid-19 a nivel mundial, entre este próximo 31 de octubre y hasta el 12 de noviembre se llevará a cabo en la ciudad de Glasgow (Escocia) -en colaboración con Italia- una nueva edición de la convención internacional enfocada a establecer un consenso y marco general que permita establecer las medidas intergubernamentales que aborden de manera propositiva y práctica la cada vez más catastrófica crisis climática que vive el planeta a raíz del calentamiento global, conocida como COP26.

De esta manera, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) -tras la organizada por Chile y realizada en España debido a la revuelta social de 2019- tiene como uno de sus anuncios principales la intención de todos los países participantes (las 197 naciones que forman la UNFCCC) definitivamente se sumen al desafío de reducir los gases de efecto invernadero para 2030 y las cero emisiones de carbono netas –’Net Zero’– para 2050, esto pese a la negativa de países como Arabia Saudita que ya anunció que de dejará producir energía contaminante en base a carbón no antes del 2060.

Adverso escenario que aumenta la incertidumbre previo al desarrollo de esta vigésima veintiséis Conferencia de Partes, considerando los inconsistentes resultados que dejó la anterior versión (COP25) organizada por Chile hace 2 años atrás, la cual  desafortunadamente terminó sin conclusiones concretas sobre la dramática situación del cambio climático al no llegar a ningún acuerdo efectivo sobre los limites que debe operar para regular principalmente a la industria energética y extractiva productora de carbono. Indefiniciones políticas que se tradujeron en países como India, China, Japón, Brasil y Australia se negaran a firmar el acuerdo que adoptaron otros 84 países de la cita de disminuir sus emisiones desde 2020. Mismos naciones -entre varios otras- que coincidentemente son los principales responsables de cerca del 60% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), agente contaminante causante, por ejemplo, que el 2019 haya sido uno de los años más calurosos de la historia de la humanidad con un promedio de 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales.

 Desesperanza y esperanza medioambiental

Pese a estas negativas conclusiones que dejó la COP25 producida por el gobierno del presidente Sebastián Piñera y conducida por la ministra del Medio Ambiente Carolina Schmidt, las intenciones de una parte importante de los países participantes de esta convención medioambiental a realizarse en Reino Unido apuntan a que en esta ocasión efectivamente de puedan incluir metas más ambiciosas y factibles de realizar respecto a la protección de las biodiversidades y el freno al cambio climático, y no un espacio de lobby para que las megas empresas transnacionales puedan seguir obteniendo créditos económicos a través de la destrucción y mercantilización de la naturaleza.

Así como lo hizo el primer gobierno de nuestro propio presidente, cuando propuso mitigar las emisiones de CO2 prorrogando el Decreto de ley 701, el cual subsidió por años las plantaciones de monocultivo de las grandes forestales en el país, además de la decisión de su segundo mandato de aprobar el proyecto minero de extracción de concentrados de hierro y cobre Dominga, pese a los eventuales conflictos de interés que lo involucrarían en torno a movimientos de recursos financieros en paraísos fiscales en la compra-venta de dicha minera y el presunto tráfico de influencias y acusaciones de cohecho al no decretar La Higuera como zona de protección ambiental previo a la realización de este negocio.

 Mencionadas situaciones anómalas y de probable corruptela institucional y empresarial que, lamentablemente, también se han extendido a esta nueva COP, sólo a días de su inauguración, luego de que se diera a conocer una filtración periodística publicada por el medio de comunicación británico BBC que reveló que países como Arabia Saudita, Japón, Australia, Argentina y Brasil solicitaron a la ONU que deje de sostener la urgencia de la restricción del uso de combustibles fósiles, como también la detectada presión política  ejercida por distintas potencias para no comprometerse a invertir más a los Estados más pobres para ayudarlos reestructurar sus modelos energéticos en base de energías no contaminantes.

No obstante, a pesar de este engranado diplomático conformado para evitar el impulso de medidas de protección de las personas y la naturaleza debido a los graves efectos del cambio climático, también existen otros países y organizaciones que sí buscan sumar en la COP26  influyendo políticamente en el desarrollo de una estrategia climática de verdadero corto y mediano plazo que apunte decididamente a establecer una irrestricta normativa energética limpia, con especial foco en hidrógeno verde, eficiencia energética y en la afianzamiento de una modelo económico ecológico y sustentable, entre otras iniciativas que buscan descarbonizar el planeta lo antes posible.

Y en esta mencionada senda, es que se han fijado los principales objetivos de la COP26, entre las cuales destacan las siguientes:

  • Lograr que la mayoría de los participantes se comprometan firmen el Acuerdo de París con el fin de que al 2050 el calentamiento de la Tierra se reduzca al menos a 1,5 grados centígrados con respecto a la era preindustrial, y no los 3 grados que se estima pueda subir al 2050 sino se cambia la Matriz Energética mundial a energías limpias.
  • Definir el diseño de planes de protección a las comunidades, fauna y vegetación nativa expuesta a la acción de la industria extractiva.
  • Aumento de programas y apoyos de financiación climática, es decir, finanzas climáticas permanentes para ocuparlas directamente en zonas más afectadas por el calentamiento global.
  • Conformación de una alianza internacional de comités de científicos asesores que desarrollen investigaciones y soluciones aplicadas en corto y largo plazo, en torno a incentivar la creación de políticas publicas eficaces y sustentables en países con gran afectación por el cambio climático.

El presente exige medidas radicales para transitar a sociedades sustentables que nos aseguren la vida en el planeta.

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